Triste balance

Decían que de todo esto saldría lo mejor de nosotros, pero la pandemia de estos dos últimos años nos ha dejado claro que cuando surge el miedo se ponen a prueba nuestras fortalezas y debilidades, y la frágil convivencia se rompe.

No somos capaces de enfrentar la verdad de cada uno con la del otro, y dejamos que el que manda consiga su propósito como si fuera decisión nuestra, como si fuéramos libres de decidir algo. Olvidamos que solo somos libres si dejamos espacio para la duda y el debate, si nuestras decisiones surgen del cuestionamiento y la decisión razonada frente al que piensa diferente.

No, no me gusta esta cosa rara en que nos hemos convertido, esta sociedad que prioriza la norma al sentido común, el protocolo al diálogo, el miedo absurdo a la amistad, el recelo a la confianza… Claro que cuando esto pase seremos diferentes, sí, pero no mejores.

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