Se cumplen 120 años del nacimiento de Antoine de Saint-Exupéry, un autor que me cautivó desde muy joven, cuando leí de un tirón y seguidas tres de sus novelas, «Correo del sur», «Vuelo nocturno» y «Tierra de hombres». Tiene otras obras, también muy especiales, pero estas tres son imprescindibles para entender un poco lo que posteriormente en «El principito» intenta decirnos de manera sutil y disimulada entre dibujos infantiles y lenguaje metafórico.
Hace quince años me perdí en el desierto del Sáhara y encontré el camino gracias a un viejo solitario de ojos claros surgido de la nada. Recuerdo que era sencillo como un niño y profundo como un sabio, que vestía un viejo jersey de lana, y que cuando nos despedimos estaba muy triste.
Algo de todo aquello lo conté en un librito titulado «El principito ha vuelto», un texto que muchos lectores habrán interpretado como una metáfora o como un cuento, aunque todo en él es real.
No intentaré nunca convencer a nadie, porque hay coincidencias difíciles de explicar, pero quise compartir la extrañeza de un principito que ha envejecido en el desierto esperando a su amigo, y que ahora también me espera a mí.
No tardaré mucho tiempo en volver a buscarlo.
«El principito ha vuelto» fue editado por Libros de las Malas Compañías en 2015.
Textos: María Jesús Alvarado. Fotos: Teresa Correa.
Ya sabes lo que pienso de ese libro, del tuyo. Es la lectura más estimulante que he tenido en años, seguramente porque la realidad es una metáfora de sí misma.
Y tú no imaginas cuánto me reconforta que así sea. Un abrazo.